ORL

Sin recurrir a exploraciones complementarias

ISBN: 978-84-09-13648-3
Editor: Carlos Escobar Sánchez

Introducción

Prólogo

Después de la excelente acogida de las tres ediciones anteriores, aplaudo la decisión de Carlos Escobar de emprender la aventura de una cuarta.

El objetivo de la obra es el de tratar de convencer a nuestros compañeros, tanto otorrinos como médicos de familia y pediatras, de la conveniencia de prescindir de las pruebas complementarias, que no vayan a aportar información imprescindible para el diagnóstico. De la misma manera que en dermatología, el papel del diagnóstico visual en Otorrinolaringología es esencial.

Uno de los desafíos más importantes que tuvo que superar nuestra especialidad a lo largo de su ya dilatada historia fue precisamente el logro de una correcta visualización de las cavidades y estructuras anatómicas que la constituyen. Gracias a un auténtico derroche de ingenio y a un inteligente y oportuno aprovechamiento de los recursos disponibles, conseguimos tener un acceso visual e instrumental extraordinario que nos permite llevar cabo el diagnóstico y, a veces, el tratamiento.

No debemos olvidar a nuestro compatriota Manuel García, que 1854 inventó la laringoscopia indirecta, que supuso un paso de gigante en la exploración de la laringe. Además ayudó a consolidar los argumentos que, varios años después, servirían para que la Otorrinolaringología fuera considerada como una especialidad médico-quirúrgica con su propia identidad.

La clínica de las enfermedades otorrinolaringológicas no se puede considerar de una manera simplista a pesar de que se ajusta frecuentemente a patrones conocidos. También es muy variada, tanto que en ocasiones entraña ciertas dificultades para llegar a un diagnóstico sin la necesidad de pruebas complementarias de laboratorio o de imagen. Estas pruebas, en los últimos tiempos, han experimentado un enorme desarrollo y se han convertido en herramientas imprescindibles para un diagnóstico preciso y para la planificación del tratamiento en oncología y en muchos casos de rinología y otología. Pero, en muy pocos casos, se deben de considerar como pruebas definitivas para la elaboración del diagnóstico, sino como complementarias y por tanto su prescripción debe de estar sujeta a un proceso de razonamiento lo más riguroso posible.

Ello obliga a la práctica de un ejercicio intelectual muy saludable, de manera individual o colectiva, consistente en la revisión de todas las posibilidades etiológicas, para la elaboración de un diagnóstico diferencial que será imprescindible y previo al final.

La incorporación de nuevas herramientas diagnósticas de elevada precisión, bien diseñadas y, con el paso del tiempo, altamente perfeccionadas, cuyo manejo ya es de rutina en todas las consultas de la especialidad, nos otorga el carácter de proximidad a la autosuficiecia. La consulta de alta resolución, que en estos tiempos está tan de moda y que se ha incorporado a la jerga habitual de nuestros gestores, es casi la norma, pero un porcentaje muy elevado de nuestros pacientes no precisan de pruebas complementarias ajenas para ser diagnosticados y convenientemente tratados en el mismo acto de la consulta.

Hoy en día se ha convertido en una costumbre, a mi entender perniciosa, la solicitud por sistema de pruebas de imagen y a veces de laboratorio a algunos pacientes con síntomas banales. Unas veces de solicitan con la intención de añadir información documental que ayude a la elaboración del diagnóstico y ocasionalmente para descartar patología potencialmente amenazante para la vida, en pacientes asintomáticos y con exámenes físicos sin hallazgos de interés. Las más de las veces el motivo es derivado de la inseguridad que determina la falta de los conocimientos clínicos elementales del demandante. Y otras por protección jurídica personal, que induce a la práctica de la llamada medicina defensiva. Estas pruebas encarecen la asistencia, la demoran y lo que es peor no la mejoran en absoluto.

En casi todos los servicios centrales de los modernos hospitales existen unos protocolos de indicaciones que fueron elaborados con amplio consenso y con respeto a las normas deontológicas. Sin pretender en ningún caso desestimar la enorme aportación, que en estos momentos, nos suministran las pruebas de imagen y algunas de laboratorio, entiendo que es importante defender el criterio de la sensatez en su demanda.

De nuevo felicito a Carlos Escobar por presentar la nueva edición de este libro, que al menos sirva de reflexión para muchos de sus lectores y les conduzca a ser prudentes y rigurosos en su práctica, limitando en lo posible la solicitud de pruebas complementarias de una manera rutinaria y a veces injustificada.

 

Primitivo Ortega del Alamo
Jefe de Servicio de Otorrinolaringología (1983-2016)