El estudio aporta las diferencias básicas entre los resultados del programa de detección de hipoacusias en recién nacidos en el Hospital de Valme y en el resto de Andalucía.
Prof. Frank R. Lin
Publicación 19-10-2015
El estudio aporta las diferencias básicas entre los resultados del programa de detección de hipoacusias en recién nacidos en el Hospital de Valme y en el resto de Andalucía.
La hipoacusia se define como la disminución de la percepción auditiva, que es la vía habitual de adquisición del lenguaje, y representa un importante problema de salud especialmente si aparece durante la infancia ya que, como consecuencia de las deficiencias en la audición conducirá a unas limitaciones en la adquisición del lenguaje hablado.
Podemos clasificar las hipoacusias según diversos factores:
Según la etiología
Según la localización de la lesión causal:
Según su intensidad:
La sordera provoca unos trastornos cuyos efectos trascienden ampliamente la imposibilidad de hablar. Las personas afectadas por una hipoacusia padecen retraso en el lenguaje y académico, y tienen peores expectativas laborales y profesionales. El momento en que se producen las hipoacusias y la detección lo más temprana posible es fundamental porque el pronóstico está en gran medida determinado por ellos. Cuanto más severa y precoz sea la hipoacusia, mayores alteraciones se producen en el desarrollo del sujeto, sobre todo si se da antes o durante la adquisición del lenguaje.
Actualmente, algunos autores sostienen que las intervenciones durante los 3-6 meses de vida del menor suponen una mejora considerable del lenguaje, respecto a las intervenciones realizadas a partir del año.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incidencia de la hipoacusia severa o profunda se establece en un 1/1.000 recién nacidos, en un 3/1.000 las de tipo moderado, y en un 5/1.000 los niños con algún tipo de deficiencia auditiva.
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